
comportamiento de aclimatación y vinculación
El proceso de familiarización (regulación de proximidad y distancia) se realiza enteramente según las necesidades de los padres y del niño. Comienza en la primera semana con la presencia cada hora del niño y su madre o padre en mi guardería. Durante las siguientes dos o tres semanas, la duración de la estancia se ampliará gradualmente, dependiendo de la capacidad individual de concentración y de la constitución del niño. Durante este tiempo, es importante para mí desarrollar una relación de confianza con los padres. Entonces mi atención se dirige a la madre o al padre presente y busco intercambiar ideas con ellos para identificar preguntas o incertidumbres que puedan surgir en tal proceso de separación y que podrían ser de importancia para el ajuste. La confianza mutua podrá entonces crecer más fácilmente. Esto forma entonces la base para la cuidadosa transición de las acciones de enfermería sobre el niño a través de mí. Una vez que ha crecido la confianza mutua, mi atención ahora se centra enteramente en el niño y sus necesidades. Presto especial atención a si el niño ha experimentado un proceso físico de ritmización, porque para que pueda quedarse conmigo sin los padres, el niño necesita una ritmización de su capacidad de concentración y de su metabolismo a nivel físico. Los niños que aún no han sido destetados necesitan mucho más tiempo, ya que su estabilidad emocional y sus procesos metabólicos dependen enteramente de los de la madre. Cuando noto que el niño está físicamente rítmico, empiezo a construir una relación con él o ella en la que el niño debe sentirse incondicionalmente protegido, visto, comprendido, calmado y seguro. Este es un momento muy intenso en el que dependo especialmente del apoyo y la comprensión de mis padres. La base para una mayor familiarización debe ser un proceso de sensibilización del niño y de los padres, que permita distinguir entre la relación materno/paternal y la relación que se desarrolla con el niño como resultado de mis actividades de cuidado. Ambos no deben competir entre sí. Si en esta última fase del periodo de adaptación el tiempo que he pasado cuidando al niño ha sido suficientemente largo y los padres han desarrollado un sentimiento de seguridad y confianza y tengo la sensación de que puedo consolar al niño en una situación emocionalmente difícil, les señalaré a los padres que ha llegado el periodo de transición y que su hijo puede permanecer en la comunidad de mi guardería infantil sin sus padres...